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Por más chicas en el mundo tech
La combinación de una serie de hechos aislados -algunos personales y otros coyunturales, por suerte ninguno de gravedad- hizo que en el último verano no saliera de vacaciones. Como soy muy inquieto y el ocio me pone un poco nervioso, decidí aprovechar mis días libres para realizar una asignatura pendiente: aprender a programar. Si bien me considero una persona muy interesada en la tecnología -mi primera cuenta de correo electrónico la saqué en 1996 y tengo un blog hace más de 12 años, por mencionar dos eventos que delatan mi edad- nunca terminé de entender del todo cómo era “el detrás de escena” de los sitios y las aplicaciones.
 
Así, durante tres meses asistí a un curso intensivo en una academia de Buenos Aires en donde junto a una docena de compañeros aprendí a programar en HTML y descubrí los secretos de SASS, Bootstrap y Javascript, entre otros temas que hasta entonces para mí eran misteriosos. Fue un proceso muy enriquecedor y que me sacó muchos miedos, ya que me permitió entender la importancia de programar y las posibilidades que abre. Si hoy la web es una manera de comunicarnos y expresarnos, aprender a programar es entender su idioma nativo, nos permite no sentirse un turista y empezar a hablar como un ciudadano local. No creo que alguna vez trabaje de programador, pero hoy siento que tengo herramientas que me permiten desenvolverme de otra manera.
 
En mi curso de programación había muchas mujeres, con las que compartí largas horas de aprendizaje, de errores y de aciertos. Todas tenían grandes proyectos e ideas, muchos de los cuales espero ver pronto realizados. Pero por ahora serán la excepción: las carreras vinculadas a la tecnología cuentan con pocas alumnas y el número de mujeres que trabajan en esta industria también es bajo. En 2010, por ejemplo, menos del 15% de los alumnos de carreras tecnológicas en Argentina eran mujeres. En el resto del mundo el panorama no es más alentador: sólo el 5% de los puestos de liderazgo en la industria son ocupados por mujeres.
 
 
Por fortuna se están multiplicando en todo el globo las iniciativas que buscan poner mayor equidad en el mundo techie. En Argentina tenemos a Chicas en Tecnología, una organización sin fines de lucro que busca incentivar y formar a una nueva generación de innovadoras en tecnología y emprendedorismo. La idea la tuvieron cinco amigas -Sofía Contreras, Carolina Hadad, Melina Masnatta, Lucila Rodríguez y Mariana Varela- y luego de un brillante 2015, en el que realizaron numerosas actividades en Buenos Aires, ahora buscan proyectarse al resto del país y a todo el continente.
 
No son las únicas trabajando en este este tema. PayPal, por ejemplo, cuenta con el programa Girls in Tech, que acerca a niñas en edad escolar de todo el mundo a las carreras vinculadas con ciencia, ingeniería y matemáticas, para que se familiaricen con su universo y descubran las posibilidades que encierran. Según explicó Rahul Shah, director senior de PayPal, es necesario despertar su interés de forma temprana. "Si usted quiere influir en ellas, entonces tiene que llegar cuando tienen entre ocho y 12 años", aseguró. Y para aquellas mujeres que ya trabajan en el área o que lo hicieron en el pasado, cada vez más empresas adoptan programas que les permiten no perder competitividad con los hombres.
 
 
Sin dudas la brecha entre hombres y mujeres es un problema en la industria de tecnología. Pero resulta esperanzador que cada vez existan más iniciativas que buscan solucionarlo. Quizá muy pronto podremos decir que las oportunidades de trabajo, ascenso y éxito son las mismas para todos.
 
 
Fotografías: reprodución Facebook-Girls in Tech Argentina; prensa PayPal.
 
 
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