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Los límites de “Internet de las cosas”
Tal como sucede con todas las profesiones y oficios, trabajar como periodista tiene aspectos positivos y algunos negativos. Si bien yo llegué al periodismo casi por error -en 2005, mientras hacía mi carrera en Filosofía, me convocó el editor de un diario porque le gustaba lo que escribía en mi blog- puedo contar con orgullo que a lo largo de más de una década tuve la fortuna de vivir experiencias únicas desde un lugar privilegiado.
 
Por ejemplo, pude conocer en persona el Trofeo de la Copa Mundial de Fútbol de la FIFA, ése que tantas veces vi de chico en figuritas coleccionables y fotos, y estar a centímetros de él. Estar cerca del trofeo -que pone la piel de gallina incluso a aquellos que, como yo, no estamos particularmente interesados en ese deporte- implica obedecer varias reglas muy rígidas. Por ejemplo, sólo pueden tocarlo aquellos que hayan ganado un Mundial. El resto debemos usar guantes y admirarlo desde una vitrina.
 
Conocí el trofeo de la FIFA en 2010, en el marco del lanzamiento de una línea de televisores 3D que prometían ofrecer una experiencia única de los partidos. En ese momento, varios creímos que la tevé en tres dimensiones era el futuro, con el desarrollo de cámaras y canales de TV especiales. Cuatro años más tarde, en 2014, el mismo evento fue para presentar el Mundial en 4K, una tecnología que permite tener una definición cuatro veces mayor al HD.
 
Todas las promesas del evento anterior se habían desvanecido en el aire y se habían renovado por nuevas, lo que dejó una importante lección: es difícil saber cuándo una moda será pasajera y cuándo se convertirá en un pilar de la industria. Aquellos que se compraron una TV 3D tiempo atrás hoy entenderán de lo que hablo.
 
Es por eso que hay que ser cauto con el entusiasmo vinculado a las nuevas tendencias. En los últimos meses seguramente leyeron sobre “Internet de las cosas” (o IOT, por sus siglas en inglés para Internet Of Things), la posibilidad de interconectar objetos cotidianos a la web. Según anuncian, en pocos años nuestra heladera, nuestro auto y hasta el collar de nuestra mascota tendrán una dirección IP y nos brindarán información en vivo. Las expectativas son altas: se estima que para 2020 habrá más de 30 mil millones de dispositivos IOT. El fenómeno es tan fuerte que incluso tiene su propio día en el calendario, el 9 de abril, una fecha en la que se busca que especialistas, emprendedores y desarrolladores visibilicen sus experiencias y hallazgos.
 
El rápido auge y declive de la televisión 3D nos debe dejar una lección: hay que ser cuidadosos a la hora de vaticinar qué sucederá con esta tecnología. Existen, sin embargo, proyectos interesantes de IOT que se están realizando en América Latina. Los argentinos Raúl Verano y Ariel Di Stefano, por ejemplo, fundaron Shopperception.com, un sistema de escaneo que utiliza el accesorio Kinect -¡el mismo con el que jugamos en la consola XBox!- para obtener información sobre cómo los compradores interactúan con los productos en una góndola.
 
Si bien este tipo de estudios sobre los movimientos corporales de los usuarios se realizan desde hace varios años, hasta ahora siempre fueron hechos por investigadores, con los errores e imprecisiones propios de una observación humana. Lo que introduce Shopperception es información precisa sobre cómo interactuamos los objetos en los estantes: cuánto tiempo demoramos viendo, qué productos tocamos y devolvemos, qué compramos y más. Con estos datos se puede optimizar la experiencia de venta para que sea la mejor para comerciantes y compradores.
 
Otro caso interesante es el de Quadminds, que instaló dispositivos IOT en muchos contenedores de residuos de mi ciudad, Buenos Aires, para analizar en tiempo real su estado e identificar roturas y peligros de contaminación. Al estar conectados a la web, se puede tener información en tiempo real y descubrir si son vaciados con la frecuencia correcta. Esto simplificó un proceso que, de otro modo, era difícil de controlar y generaba quejas de los vecinos. Se trata de un claro caso en donde la tecnología está ayudando a muchos a vivir mejor.
 
Si bien el futuro de IOT son promesas que en ocasiones no parecen tener mucho fundamento, con invenciones insólitas que llegan a ser noticia por su extravagancia, su presente es lo suficientemente poderoso como para entender que nos enfrentamos a un cambio tecnológico que puede volver a nuestra casa, nuestro barrio y nuestra ciudad en un entorno más inteligente, más eficiente y más bonito para vivir.
 
 
Tomás Balmaceda, Periodista y blogger
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