Andrés Rodríguez es un hombre cuyo trabajo consiste en ayudar a que otras personas conozcan el mundo. Para ello, lógicamente tiene que tener vasta experiencia visitando los lugares más hermosos del planeta. De todas sus experiencias, la que el agente de viajes cataloga como la más deslumbrante, una de las que más recomienda, es la que llaman el cruce de lagos andinos al fin del mundo.
El cruce de los lagos andinos se puede resumir en una frase que nos avisa lo intenso de la experiencia. Es como colarse en un pasadizo lleno de magia que hace repensar tu existencia. La aventura comienza en Chile, Puerto Varas, a orillas del lago Llanquihue. El cruce toma entre 10 a 12 horas y une tres lagos (uno en Chile, dos en Argentina) haciendo trasbordos terrestres para conectar un lago con el siguiente.
Las embarcaciones son catamaranes de primer nivel con amplias ventanas y corredores exteriores para caminar y respirar el aire purísimo, que limpia lo físico y el espíritu. Son embarcaciones bien equipadas con baños, bar y cocina. Mientras se navega, casi se pueden tocar las montañas nevadas, volcanes, cascadas, bosques nativos y aguas color esmeralda. Los trasbordos terrestres se hacen en Peulla (Chile) y en Puerto Blest (Argentina). El aire fresco es curativo por esos lugares y las actividades de ecoturismo son variadas.
En Peulla se pueden degustar platos típicos chilenos o deleitar la vista con los paisajes previo a continuar con la aventura que incluye opciones como senderismo, cabalgatas, tirolinas o zip-lines y recorrido en vehículos 4x4 por la selva. De Peulla se sigue en autobús hasta Puerto Frías, donde está la aduana chilena y se cruza la frontera. Luego se aborda el próximo catamarán a Puerto Blest. Allí una corta espera para un café, té o chocolate en el único hotel que existe en ese lugar. El último tramo de navegación es el más corto pero es con un “gran finale” por el majestuoso lago Nahuel Huapi. Este hermoso espejo de agua es el más grande de todos los lagos de la región.
Esta travesía culmina en Puerto Pañuelo. Aquí los autobuses te recogen para llevarte a tu hotel en Bariloche. Después de un largo día de recorrido, es compulsorio quedarse al menos una noche en Bariloche. A esta altura la comunión con la naturaleza ya es indivisible y en el Bariloche, rodeado por los altos picos de más de 2.000 metros de altura, también se pueden hacer actividades físicas como caminar por senderos, escalar, pescar truchas, kayakear montar a caballos o mountain bike.
Esta aventura también se puede hacer a la inversa: comenzar en Bariloche y terminar en Puerto Varas. En una u otra vía, este viaje se puede hacer todo el año, pero naturalmente en primavera y verano (septiembre a marzo) se puede disfrutar a plenitud de la navegación al sol, las caminatas y otras actividades al aire libre. Sí se hace en otoño (tiempo muy lluvioso) o en inverno se aconseja pasar la noche en Peulla o Puerto Blest para cortar el viaje que suele ser más pesado debido al frío cortante del invierno patagónico. También en primavera y verano se puede hacer este cruce en 2 días para disfrutar, con mayor detenimiento, de los encantos de esa agreste naturaleza.
Antes del cruce, lógicamente, hay que viajar a Chile o a Argentina. Una opción que permite maximizar el disfrute de esta aventura es llegar a Santiago, la capital de Chile. Sería ideal separar tres días para disfrutar de esta ciudad tan cosmopolita, que en su cercanía tiene por ejemplo, el Puerto de Valparaíso y el balneario Viña del Mar. Al completar su experiencia turística en Santiago, puede iniciar el cruce volando a Puerto Varas.
Una vez culminado en Bariloche este cruce, puede tomar otro vuelo hacia la capital de Argentina, Buenos Aires; una ciudad donde dicen los entendidos que confluyen Inglaterra, Francia, Italia y España tanto en la visión geofísica como arquitectónica. En fin, es como entrar al “Fin del Mundo” por Santiago, pero la salida sería por Buenos Aires.
Independientemente cuál ruta usted escoja, de seguro coincidirá con viajeros como Andrés que remata la memoria de su viaje a los lagos andinos en el fin del mundo diciendo: “He tenido la dicha de viajar bastante en mi vida y reconozco que el tiempo nos lleva los recuerdos de materia nebulosa; pero los paisajes que vi en este cruce andino, aún muy frescos en mi memoria, son lo más lindo que he experimentado en mi vida”.