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Conocer mis datos para cambiar mis hábitos
Una de las revoluciones que estamos viviendo en el campo de las empresas y las grandes compañías está vinculada con los datos. Hoy no sólo podemos registrar información que antes pasaba desapercibida, sino que también contamos con el poder de procesamiento necesario para analizarla y tomar las decisiones correctas. Esta tendencia cambió la manera de hacer negocios y nos brindó una ventana que hasta ahora nos estaba vedada.
 
¿Qué sucedería si pusiéramos esas estrategias en juego a la hora de entendernos a nosotros mismos y nuestros hábitos? Aunque no nos demos cuenta, estamos generando todo el tiempo datos con nuestras acciones, incluso las que parecen más insignificantes. Y, al igual que lo que sucede con las grandes compañías, también por primera vez contamos con las herramientas necesarias para detectarlas y analizarlas.
 
Con esta idea en mente, y pensando escribir esta columna para el blog PayPal Latam, me sometí a una suerte de experimento: durante siete días controlé con apps algunas de mis acciones para detectar patrones y formas en las que me manejo. Acabo de terminar esta experiencia y quería compartir con ustedes los resultados, quizá con la esperanza de que esto los anime a hacerlo ustedes mismos.
 
Lo primero que controlé fue mi actividad física: por mi trabajo suelo pasar mucho tiempo frente a mi computadora y leyendo libros e informes, así que el sedentarismo es un verdadero problema para mí. Para eso utilicé el monitor FitBit, que me entrega estadísticas en tiempo real de todo lo que hago. Pero no es necesario comprar ningún gadget especial: existen decenas de apps gratuitas similares que utilizan los movimientos de nuestro teléfono como podómetro. Además, con este dispositivo controlé cuánto dormía y si me despertaba de noche.
 
Luego, utilicé Google Dashboard, una función de Google que crea informes muy completos sobre mi actividad con la bandeja de entrada de mis correos electrónicos, mi calendario y mis imágenes, por ejemplo. Es gratuito y permite conocer cuántos mails envié en un periodo determinado, a qué eventos fui y cuáles cancelé, qué canciones escuché y cuántas fotos tomé con mi celular.
 
Finalmente, bajé a mi smartphone una app que me indica cuántas veces al día toco la pantalla de mi teléfono, cuántas veces lo activo para leer una notificación y cuánto tiempo está activado. Yo utilicé Checky, que es gratuita y está disponible en Android, pero hay varias alternativas según cada sistema operativo.
 
Tras siete días de “experimento”, hoy me puse a analizar los datos obtenidos. Supongo que me va a llevar un tiempo poder procesarlos bien y tratar de entender qué me dicen de mis rutinas pero la primera impresión es una verdadera sorpresa. Quizá tener datos de todo un mes (¡o todo un año!) me permita conocerme más y volver más saludables mis días.
 
Por un lado, me sorprendí al comprobar que no es mi trabajo sino mi ocio el que me vuelve más sedentario: los días laborales caminé mucho más que durante el fin de semana, cuando no trabajo. En el fin de semana me la pasé tirado en el sillón viendo series o caminando muy poco. A la vez, tuve muchas interrupciones y un sueño poco profundo en la madrugada del sábado (¿habrá sido por una copa de vino de más que tomé con amigos?) y no de lunes a viernes, aunque los martes duermo muy poco (tengo una columna en un programa de radio a la madrugada) y los miércoles envío menos mails y subo menos archivos a la nube. Debería despejar ese día de reuniones o entregas.
 
Algo que me impresionó mucho es la cantidad de veces que miro mi celular en el día. Si bien disminuye a casi cero los domingos, cuando estoy en familia, y baja mucho la actividad el sábado, de lunes a viernes casi no pasan 40 minutos sin ver las notificaciones de mi smartphone, ni siquiera en la hora del almuerzo. El dato de color que creo que también habla de mí: la canción que más escuché en estos siete días es una versión en vivo de una canción las Spice Girls (¿tendré nostalgia de mi adolescencia?).
 
La vieja afirmación del templo de Apolo en Delfos, “Conócete a ti mismo”, cobra nueva significación ahora que podemos capturar y procesar algunos de los hábitos que tenemos. Pero éstos sólo brindan un diagnóstico. Mi próximo paso es investigar qué herramientas me servirán para mejorar mi rutina.
 
 
Tomás Balmaceda, Periodista y blogger
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